Todos somos aprendices en el hogar

Todos somos aprendices: el giro pedagógico del Colegio Hogar Nazaret

En la comunidad conformada en el Colegio Hogar Nazaret, todos integran una red de aprendizaje compartido. El sentido de la convivencia se construye desde el amor y la apertura, en la que cada persona que se desenvuelve en el hogar es capaz de crecer a partir de sus relaciones.

Carlos Aceituno, director del colegio, explica que bajo este modelo, los maestros comprenden que también están inmersos en un proceso de aprendizaje gracias a las personas con capacidades diferentes con quienes comparten con ellos día a día. “El cambio de enfoque es: en lugar de yo sentir que soy el que enseño, dejarme enseñar por ellos. Desaprender lo aprendido, de que yo como maestro soy el superior, que el alumno no tiene nada que enseñarme, y sobre todo una persona con capacidades diferentes”, aclara.

El director describe el modelo pedagógico con estas palabras: “Es una presencia con dirección a vivir dentro de una comunidad para ser personas que nos humanizamos”. Al hablar de esa experiencia, se refiere a un enfoque especial que permite redefinir los roles maestro-aprendiz, puesto que cada persona que interactúa en el hogar, tanto maestros como internos, es capaz de adquirir una visión humana distinta e integral a través de la convivencia.

Esta nueva manera de acercarse a la enseñanza, surge con inspiración en otras referencias exitosas implementadas fuera de las fronteras guatemaltecas. A lo largo de casi una década, el director Aceituno fue construyendo el modelo que hoy se hace vida en el Colegio Hogar Nazaret, con el objetivo de alejarse de una educación basada meramente en el conductismo y abrazar una educación que reconociera integralmente a cada persona involucrada en el proceso.

“Este modelo lo fui desarrollando teniendo en cuenta propuestas externas como la del Dr. Rubén Feurestein de Israel, con el programa de enriquecimiento instrumental. Fue una ayuda externa. La postura de El arca en Francia, también, y la del Dr. Eugene Gendlin de Austria, que es acerca de la presencia con la persona. Esos fueron los cimientos que me ayudaron a fundamentar este modelo, así como mi propia creencia, que lo que yo estaba haciendo tenía un propósito”, recuerda. Luego de más de 40 años de labor en el hogar, Carlos Aceituno considera que el valor que este cambio de enfoque tiene radica en que lleva a cada uno a visualizar una “esperanza diferente y una vida espiritual”.

Con amor, acompañamiento, compromiso y servicio, los convivientes del Colegio Hogar Nazaret construyen cotidianamente una familia en la que todos son aprendices. Así, cada persona que integra el hogar tiene la oportunidad de crecer y transformarse a través de los vínculos compartidos.